martes, 28 de agosto de 2012

Hasta el último pelito de la capocha

Encontré mi vereda del Sol a las 9:00 am.
Acudí a tu auxilio de forma inmediata. 
"Hola, qué tal?", tu sonrisa y perdí por goleada. 
Te apoderaste al instante de mi ocio 
Y al fin y al cabo, pude entender que hiciste negocio. 

Una ráfaga de balas seductoras 
No lograban vulnerar una coraza idiota 
Y con mi seguridad ya en la miseria, 
Fuimos por un café, juntos, los 3: vos, yo y tu histeria. 

Sin mucho más que hablar, nos despedimos. 
Comprobé que ya era inútil extender ese partido. 
Colgué los timbo y bajé la persiana, 
sin embargo, tu autoestima cascoteó mi ventanta. 

Sugerías necesitar mi delirio. 
Para ganar espacio, me mostré cual tipo tibio. 
Empezó a inquietarte mi nueva conducta, 
pero caí derrotada por tus brotes de astucia. 




Quién dijo que no se puede combinar 
inconstancia, inconciencia y lealtad? 
Que es imposible dar un paseo 
un día a tu cielo, un día a mi infierno? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario